Por Anell Melissa Balabarca Albino[1]
Las investigaciones de actitudes lingüísticas están relacionadas con las lenguas en contacto y el aprendizaje de lenguas. Constituyen una parte fundamental de los estudios actuales en la Sociolingüística y en el presente artículo explicaremos el porqué de su importancia.
Para realizar una definición de actitud lingüística, tenemos que referirnos a dos enfoques teóricos: el conductista y el mentalista. Según el enfoque conductista, la actitud lingüística se interpreta como una reacción ante un estímulo, entendiéndose este como lengua o una situación social (López Morales, 1993; Moreno Fernández, 1998). El enfoque mentalista, en cambio, designa que una actitud lingüística es un estado mental interno, considerada además como una «variable que opera entre un estímulo que afecta a una persona y la respuesta de esta» (Fasold, 1996, p. 229); este enfoque considera, además del componente conductista, los componentes afectivo y cognoscitivo dentro de la estructura de las actitudes.
Los estudios de actitudes lingüísticas son importantes porque son parte de los procesos de cambio lingüístico, elección de uso de variedades o lenguas según los contextos sociales, educación intercultural bilingüe, mantenimiento y desplazamiento lingüístico, planificación y políticas lingüísticas y el aprendizaje-enseñanza de segunda lengua (López Morales, 1993; Silva Corvalán, 2001). López Morales (1993) afirma que además son un factor decisivo en la competencia lingüística.
Las actitudes lingüísticas parten de dos temas de interés. El primero de ellos es denominado microasuntos, estos se relacionan con el estudio de actitudes hacia las variedades internas de la lengua; es decir, en los niveles fonético-fonológico, morfosintáctico y sintáctico. Mientras que los macroasuntos están vinculados con los factores sociales y el uso de las lenguas o variedades en determinados contextos sociales. Blas Arroyo (1994, p. 93), siguiendo la línea de microasuntos de las actitudes lingüísticas, afirma lo siguiente:
[…] las actitudes pueden contribuir poderosamente a la difusión de los cambios lingüísticos, a la definición de las comunidades de habla, a la consolidación de los patrones de uso y de evaluación social y, en general, a una serie amplia de fenómenos estrechamente relacionados con la variación lingüística en la sociedad.
Si analizamos las investigaciones de actitudes lingüísticas en el proceso de la EIB, podemos centrar a los maestros y alumnos como ejes fundamentales de estas investigaciones, ya que son parte del funcionamiento y del proceso de calidad que tengan las escuelas EIB, y esto depende únicamente de la actitud que tengan hacia su lengua originaria, sea esta positiva o negativa. Es muy parecido a lo que sucede en la enseñanza de una segunda lengua o una lengua extranjera, donde es importante determinar las actitudes de los alumnos hacia la lengua que se está aprendiendo, con la finalidad de crear o utilizar nuevas metodologías que contribuyan a que el aprendizaje sea más eficaz.
Si nos enfocamos en los contextos sociales, cuando dos lenguas están en contacto se estudian las actitudes lingüísticas de los hablantes con el objetivo de detectar la elección de una lengua o variedad, es decir, determinar si esta está en un proceso de mantenimiento o desplazamiento, con la finalidad de crear políticas lingüísticas que puedan revitalizar la lengua desplazada.
En el Perú, en la última década, estudios de actitudes lingüísticas se han realizado en comunidades originarias donde se han analizado y comparado las actitudes de los hablantes hacia su lengua originaria y el español. Estas investigaciones buscan determinar cuál es la actitud lingüística predominante y la relación de estas con variables sociales (edad, género, grado de instrucción, etc.) y, en algunos casos, los contextos de uso de determinadas lenguas. Además, tienen como objetivo ser base del desarrollo de medidas en el fortalecimiento de la identidad cultural y lingüística de alumnos de las escuelas de educación intercultural bilingüe. Asimismo, sirven de base para la creación de programas de planificación y políticas lingüísticas; esto con la finalidad de revitalizar las lenguas originarias.
Si la actitud lingüística de una comunidad de habla es positiva, esto influye en la elección o uso de una lengua perjudicando o dejando de lado a la otra. Si es positiva hacia la lengua materna, puede perjudicar la enseñanza y aprendizaje de una segunda lengua. Si es negativa, puede provocar que un cambio lingüístico se desarrolle con más rapidez.
Referencias bibliográficas
Blas Arroyo, J. (1994). Valenciano y castellano. Actitudes lingüísticas de la sociedad valenciana. Estudio sobre una comunidad urbana. Hispania, 77, 1, 143-155.
Fasold, R. (1996). La sociolingüística de la sociedad/ Introducción a la sociolingüística. España: Visor Libros.
López Morales, H. (1993). Sociolingüística. España: Gredos.
Moreno Fernández, F. (2009). Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje. Barcelona: Ariel.
Silva Corvalán, S. (2001). Sociolingüística y pragmática del español. Washington: Georgetown University Press.
[1] Estudiante de 10º
ciclo de Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Expositora
en la Expolingüística 2016, organizado por la E. A. P. de Lingüística (UNMSM).
Entre sus temas de interés de investigación se encuentran la sociolingüística,
políticas lingüísticas y planificación lingüística.
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